viernes, 31 de agosto de 2012

¡CUMPLIMOS!



En días pasados confesé cuan difícil se me hace a veces comprender a mi país. Estos últimos años de pasión desbordada, de constante descalificación, de discursos incendiarios, de actitudes que evidencian resentimiento y odio, me han puesto en frente a un país que no conozco, que no comprendo, que se me ha vuelto indescifrable.

Amuay, en cierto modo, es otro hito que desnuda ese rodar cuesta abajo que como sociedad hemos venido padeciendo desde hace años, muchos mas que los catorce del Comandante.

Unas imágenes publicadas en los medios de comunicación me han afectado de manera profunda, me han causado una mezcla indescriptible de tristeza y repulsión. Se trata de las imágenes tomadas y difundidas con ocasión de la definitiva extinción de los fuegos que afectaban a los tanques de almacenamiento de la refinería. En esas imágenes, los bomberos junto al Ministro de Petróleo se presentan felices y sonrientes, el tiempo que un encabezado de prensa proclamaba orgullosamente: ¡CUMPLIMOS!.

Realmente me asombra que ante la magnitud de la tragedia que implicó el suceso de Amuay, nadie haya elevado la voz para llamar la atención sobre semejante desatino. Esas sonrisas, esa alegría y sobre todo la infeliz frase, no podían estar mas fuera de lugar . 

He observado a muchos simpatizantes del oficialismo responder a las solicitudes de investigación sobre las causas del suceso con verdadera liviandad. Que si recuerden Tacoa. Que si los accidentes pasan. Que recuerden Tejerías donde la perforación de un gasoducto por el operador de una excavadora propiedad de una contratista originó un espantoso incendio donde falleció un elevado número de compatriotas.

A eso respondo, desde mi conciencia, que ciertamente los accidentes ocurren y mas cuando se trata de actividades de elevado riesgo como la petrolera. Pero nunca, jamás, en ninguno de esos horrendos accidentes, observé a ningún bombero posar sonriente ante las cámaras, ni presenciamos nunca los venezolanos a un ministro mostrando su satisfecha sonrisa pepsodent ante las cámaras. Y mucho menos, pero muchísimo menos, algún medio de comunicación reflejó en medio de la tragedia de Tacoa o el deslave de Vargas una frase tan infeliz e inadecuada como ese ¡Cumplimos!

Ese cumplimos es la prueba irrefutable de cuanto hemos perdido en humanidad, de como estamos de desencontrados, de como la brújula normal de nuestra sociedad gira alocadamente y ya no enseña ningún norte. Ese cumplimos y esas sonrisas, marcan la magnitud de la distancia ética que sacude a nuestra sociedad y que se muestra cada vez mas ausente de nuestra cotidianidad. Esas sonrisas y ese cumplimos son sencillamente inhumanas, claramente inaceptables. 

Solo por un minuto, tan solo por un minuto, piense Ud. amigo lector, en como se sentiría Ud. si su casa fuera pasto de las llamas y ese incendio acabara con la vida de sus seres queridos y con los bienes que durante toda una vida de esfuerzo logró adquirir y le tocara ver como los bomberos, después de apagar las llamas y rescatar los cadáveres, posaran frente a su vivienda humeante, sonrientes y satisfechos y proclamaran ese ¡cumplimos!

Ni por un momento me propongo que estas líneas sean una crítica partidista. Usaría las mismas letras y no cambiaría ni una coma, si los actores fueran rojos rojitos, azules azulitos, amarillos amarillitos o del color que fuera. Pero lo que si se proponen estas líneas es, al menos, tratar de que aunque sea uno solo de mis lectores reflexione sobre la necesidad urgente que tenemos de rescatar nuestra humanidad, nuestro sentido de pertenencia, nuestra condición de seres humanos hermanados por esa geografía hermosa y rica que llamamos Venezuela.



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