sábado, 25 de septiembre de 2010

ETIQUETAS, EMBOSCADAS Y ELECCIONES


En menos de 24 horas estaremos votando para elegir una nueva Asamblea Nacional. Es como decir que mañana se recogerán las cosechas de las siembras efectuadas hasta el jueves, que cada quien disfrutará o padecerá el dulzor o el amargo del fruto recogido, según haya sembrado.  No me cabe duda de que algunos cosecharán tempestades. Al final, no se puede sembrar vientos sin sufrir las consecuencias.

Una vez mas, tuve el honor, la distinción, la satisfacción de trabajar al lado de un grupo de connotados ciudadanos para tratar de ofrecer a los monaguenses nuestra mejor opinión, nuestra mejor orientación en un momento tan difícil. A apenas horas de que se produzca el acto electoral, creo, sinceramente, que hay algunas cosas que deben ser dichas, que no pueden ser calladas, para que no sean llevadas luego por el vendaval de acusaciones, resquemores, rencillas y pases de factura que con toda seguridad vendrán después de conocerse los resultados electorales. 

No me cabe duda alguna de que después de que se den los resultados, habrá quienes tratarán de justificar lo injustificable pretendiendo poner el peso de las culpas o de las responsabilidades en otros. Razones demás tengo para afirmar lo que digo. No hay mas que ver lo que ha sido hasta ahora el comportamiento de los mas conspicuos "líderes" de algunos partidos políticos. Esos que frente a nuestra propuesta de tratar de concentrar el voto democrático, por no tener argumentos que oponer no hicieron sino tratar de descalificar a los proponentes. Al final, para ellos siempre ha sido mas fácil etiquetar que argumentar. Como su pobreza de pensamiento y de espíritu no les permite construir ideas, les es mas fácil tratar de enlodar a quienes con buena fe y sentido cívico, hemos tratado de servir de orientadores en un momento de extrema confusión.

De nuestra propuesta 30000 Votos de Maturín por la Democracia, nada se ha discutido ni contraargumentado. Ninguno de los etiquetadores de oficio ha presentado un solo dato, un solo argumento, una sola idea que justifique su decisión de mantener desunida la oposición e insistir en candidaturas con escasa posibilidad de éxito, en un momento tan difícil para nuestra ya menguada democracia. No. Al contrario, se ha acudido, como siempre, al expediente de la maledicencia, del ensuciamiento. Para ellos, no hay que discutir nada ni argumentar ni dialogar: los promotores de los 30000 Votos son unos "divisionistas", unos "infiltrados chavistas", unos "asalariados del gobierno", un grupo de fascinerosos "financiados por el Gobernador".

Por eso, precisamente, no quiero quedarme callado hoy, cuando ya el fragor de la campaña ha cesado y solo queda el espacio final de reflexión ciudadana acerca de lo que debe ocurrir mañana. Muchas personas, influenciadas por el vacío discurso etiquetador, me han llamado y escrito para interrogarme acerca de nuestra propuesta. Muchos de ellos casi que inician sus preguntas con las misma frase: ¿no te parece que la propuesta divide mas a la oposición? A todos ellos, en privado y en la intimidad de amistades de larga data, les he devuelto la pregunta: ¿Y es que estaba unida la oposición antes de que surgiera nuestra propuesta? ¿Es que hemos nosotros innovado en algo? ¿Es que hemos propuesto o puesto en el tapete alguna candidatura que ya no estuviera postulada? ¿Es que se puede dividir lo que nunca ha estado unido?

Durante un tiempo prolongado, quienes decidimos presentar a la opinión pública la propuesta de los 30000 Votos nos mantuvimos al margen de la discusión política, pero no indiferentes a ella. En cada reunión que sostuvimos, en cada conversación que tuvimos, pude notar un grupo de personas, de las mas diferentes posiciones ideológicos, preocupadas por una misma realidad: la evidente desunión y dispersión de las fuerzas políticas democráticas. Por ello, con la mayor buena fe, con seriedad, con absoluta responsabilidad ciudadana, tomamos la decisión de hacer una proposición que contribuyera a fortalecer a la oposición, a concentrar el voto democrático, a evitar lo que parecía una inevitable dispersión y atomización del esfuerzo opositor, a prevenir lo que, robando un título al Gabo, parecía la "Crónica de una Muerte Anunciada".

Las encuestas realizadas por las firmas mas serias y reconocidas del país, lejos de quitarnos la razón, sirvieron de demostración palmaria de la realidad que nos llevó a formular nuestra propuesta: la oposición en Monagas se encontraba, y lamentablemente permanece así, fuertemente dividida. No podía ser de otra manera si tomamos en cuenta la existencia de 15 candidatos a solo 3 puestos de elección. De manera que etiquetarnos de divisionistas es como atribuirle a un Bioanalista la responsabilidad de la infección cuyo diagnóstico ha hecho al realizar exámenes de sangre. Para estos geniales "dirigentes" etiquetadores, el responsable de la existencia de las bacterias debe haber sido Alexander Fleming, por haber tenido la osadía de ponerse a descubrir el antibiótico que servía para eliminarlas.

No hemos sido precisamente nosotros quienes "dividimos" el voto democrático o contribuimos a su dispersión. Esa responsabilidad recae, completa y absoluta, sobre aquellos que, sin ningún tipo de responsabilidad ciudadana ni visión política, decidieron postular candidaturas que carecían de la mas mínima base de sustento popular. Esa responsabilidad corresponde íntegra a aquellos que decidieron dividir las organizaciones políticas puestas a su cargo, para imponer a troche y moche candidaturas infelices e incapaces de calar en la preferencia de los electores. Esa responsabilidad recae enteramente, exclusivamente, sobre quienes decidieron imponer candidatos que solo persiguen objetivos personales o jubilaciones pretendidas o a sujetos de escasa disciplina partidista, acostumbrados a abandonar sus partidos cuando no eran complacidos en sus aspiraciones desmedidas, pero capaces de tener el tupé de erigirse en árbitros de la disciplina, para pretender juzgar a quienes construyeron, con esfuerzo de toda una vida, organizaciones políticas históricas que nos legaron una democracia cuyos últimos vestigios disfrutamos aún, pese al esfuerzo de demolición encabezado por el actual Presidente de la República.

Los responsables de la dispersión del voto opositor no son otros que aquellos que desde hace 11 años, en cada proceso electoral, le montan emboscadas a los ciudadanos para repartirse entre ellos, a dedo y sin democracia, las candidaturas a cualquier posición que se discuta y luego salen a pretender presionarnos afirmando que quien no esté con ellos o vote por ellos no es demócrata. La responsabilidad de la dispersión del voto opositor es de la exclusiva propiedad de aquellos que se regodean en los medios de comunicación, sin subir jamás un cerro o visitar un barrio, alegando que en estos momentos no hay espacios para independientes, porque ser independiente es ser oficialista y se escudan detrás de una polarización creada y sostenida por ellos mismos, para seguir emboscando a los electores proceso tras proceso. 

Los responsables de la división y dispersión del voto opositor, no son otros que aquellos que aún conociendo los números fríos de las encuestas, deciden mantener sus candidaturas condenadas al fracaso y montan una sucia campaña de desprestigio destinada a crear lo que con toda seguridad va a ser su pobre excusa para el fracaso anunciado: que la culpa no es de ellos, sino de quienes hicimos un esfuerzo enorme para evitar que se imponga la tiranía y la opresión. 

Al final, son iguales a Hugo: jamás admitirán sus errores, sus equivocaciones, sus culpas. No es casualidad que Hugo sea el Frankenstein que ellos mismos contribuyeron a crear con sus conductas irresponsables y alejadas de la ética.

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